miércoles, 25 de agosto de 2010

Los demás son lo de menos?



Es difícil ver con los ojos del otro, dicen. De verdad, me pregunto? Pero no es a eso a lo que nos dedicamos todos los días? No es en los ojos de los otros donde se refleja nuestra apreciación por la vida? Y nuestra apreciación por nosotros mismos? No es el estigma de seres sociales e interdependientes vivir parasitados de las opiniones y pareceres ajenos? Y toda la humanidad no resulta ser un multigemelo siamés cuya conciencia no es capaz de sobrevivir aisladamente?

No sería ya la hora de jubilar el idealista “apreciar las cosas por los que son” y aceptar que su valía depende de la mirada de la vecina de enfrente? Y la cuestión es elegir a la vecina adecuada?

Pero, muchas veces, no son nuestros propios ojos lo que nos observan desde las caras ajenas? No es nuestro propio juicio el que rebota de los demás? Y nuestro comportamiento se subordina a un bucle de yo creo que tú crees que yo creo? Y de allí que la realidad ajena sigue vedada a nuestros ojos vueltos para adentro?


En el fondo las relaciones humanas no son más que una tortuosa relación con uno mismo. Amamos a los ideales propios, conversamos blindados por nuestras propias ideas, nos comportamos pendientes de la imagen que damos. No creo que sea evitable, está adherido a nuestra naturaleza. Pero estar consciente de ello para discernir a tiempo donde soy yo y donde son los demás e intentar equilibrar la proporción en la medida de lo posible nos aseguraría más finales felices.

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