Otro de mis deberes pendientes es la compasión. Mi naturaleza absolutamente individualista y antisocial me hace inhabilitada para su práctica. Además si practico algo parecido a la compasión lo resumo al círculo cerrado de los amigos y familiares. Pero los budistas insisten en su absoluta necesidad para la felicidad diaria. Y porque no probar?
Diseccionando la compasión puedo ver claramente dos niveles en su práctica. Creo que el primer nivel seria la empatía, el segundo, superior, la compasión. Mientras la empatía solo se traduce en identificar los sentimientos y estados de los otros, imparcialmente, y no requiere implicación personal, la compasión pasa a la acción, como ayuda, apoyo, perdón etc. O al menos a la intención de acción aunque esta no se realice finalmente.
Y por donde empiezo me pregunto yo. Uno no se despierta compasivo de noche a la mañana. Y aquí está el método. Uno de los más útiles ejercicios es en una situación intentar ponerse en lugar de otro y sentir desde su piel. Me gusta porque así como la compasión suena a algo abstracto, este método es perfectamente practicable y te eleva al primer nivel, empatía. Luego el paso al siguiente nivel es lógico y natural.
En lo que sí he pensado es que podemos facilitar el trabajo al otro para la práctica de la empatía verbalizando nuestros sentimientos. Creo que si ante un problema lo primero que hago es contarle al otro como me siento (ojo, no como me han hecho sentirse), sintonizo mis sentimientos con los suyos y es más fácil avanzar hacia una solución común.
Creo que puede ser una buena aportación al comportamiento universal.
Y tanto que una buena aportación, puede que la mejor, la compasión es una de las cosas de las que más necesitado está este asqueroso mundo.
ResponderEliminarRecuerdo ahora una disertación interesantísima de Kundera, en la que desmenuza y analiza este término: "Compasión". Parece que viene del latín, "Com padecere", es decir: "Padecer con", significa que sufres cómo esa persona. Ellos usan otro término, que etimologicamente viene a decir: "sentir con". La diferencia es que no se limita al sufrimiento ajeno, sino que también haces tuya su alegría, su emoción, su diversión.
ResponderEliminarDesde nuestro punto de vista, empatizar con nuestro prójimo sólo cuando sufre, tiende a hacer (y más en la doctrina católica), que "compadecer" se haga de una manera condescendiente, cómo alguien que situado en el plano superior, proteje y anima al inferior. Vamos, la parte fea, que todos conocemos de compadecer.
A mí, no me compadece ni Dios.
(Una vez lo intentó, y le dije, que "a ver si no se acuerda que soy de Bilbao").
Pero es que compadecer en la alegría y diversión no tiene merito.
ResponderEliminarClaro, esa es la idea. No estás con esa persona al 100% por hacerle un favor, sino porque forma parte de ti, porque le quieres tanto, que sus sensaciones (todas) te empapan a tí también.
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